INTRODUCCIÓN
En diciembre del año 2019, autoridades sanitarias chinas, informaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS), acerca de un brote de enfermedad respiratoria de etiología desconocida en la ciudad de Wuhan, en China1. Fue así como se identificó al Coronavirus 2 (SARS-CoV-2), que se diseminó a partir de ese país al resto del mundo2,3).
El 30 de enero de 2020, la epidemia de COVID-19 fue declarada por la OMS una emergencia de salud pública de preocupación internacional. En América del Sur, los primeros casos reportados se dieron en febrero de ese mismo año en Brasil4, mientras que en Paraguay el primer reporte fue el 7 de marzo, y días después como una pandemia5.
Las pandemias se caracterizan por ser emergencias sanitarias de gran impacto, en las que se ve amenazada la vida de muchas personas y pueden causar cantidades significativas de enfermos y muertos. En ella se encuentran comprometidas la seguridad y funcionamiento normal de la comunidad en general 6. En este escenario, la salud mental es crucial para el bienestar en general y la resiliencia de las personas que atraviesan este tipo de eventos. Reportes de la OMS de una encuesta realizada en el 2021 en 30 países en todo el mundo, evidenciaron que, en la región, específicamente en Chile, Brasil, Perú y Canadá más de la mitad de los participantes había empeorado en su salud mental desde inicios de la pandemia, superando la media general de 45%7). Previo a la pandemia, la estimación era que alrededor de 193 millones de personas sufrían depresión mayor, y 298 millones de personas trastornos de ansiedad en el 2020, posteriormente con la crisis sanitarias, las cifras iniciales demostraron un aumento a 246 millones para la depresión y 374 millones para la ansiedad, significando un incremento del 28% y 26% respectivamente8.
Para hacer frente a esta crisis, los gobiernos tomaron distintas medidas sanitarias, estableciéndose como línea general el distanciamiento social como una de las medidas más eficaces dada la alta transmisibilidad del agente9. Dichas acciones, si bien evitaron inicialmente la propagación masiva del virus, generaron enormes costos económicos y sociales, así como un incremento en condiciones de salud mental relacionadas al estrés, la ansiedad y la depresión10.
A nivel de los servicios de salud, la emergencia sanitaria generada ha supuesto uno de los mayores desafíos a los que los profesionales sanitarios se han podido enfrentar a lo largo de su carrera11. Experiencias previas con otros coronavirus han demostrado que el personal sanitario de primera línea es un subgrupo de especial riesgo, sobre todo cuando finaliza la fase de contención de la pandemia12.
Las reacciones emocionales de los profesionales sanitarios más expuestos pueden obstaculizar su trabajo con las personas infectadas. Por lo que un objetivo principal debería ser disponer del mayor número de profesionales y en las mejores condiciones posibles para hacer frente a la pandemia13.
Las diferentes investigaciones desarrolladas hasta el momento han demostrado que esta crisis ha influido de manera importante en el estado de salud mental de los profesionales, condiciones como la depresión, la ansiedad y el estrés se han manifestado con intensidad, preferentemente en los servicios respiratorios y de primera línea14. Lo que demuestra la necesidad de que los gobiernos y autoridades sanitarias lleven a cabo acciones urgentes dirigidas a proteger la salud mental de estos trabajadores, que han enfrentado la pandemia15,16.
Por otra parte, es importante analizar la situación de otros servicios críticos, como las unidades psiquiátricas, que, si bien no forman parte de los servicios respiratorios como tales, han debido afrontar la crisis en escases de recursos y debiendo dar respuesta a las necesidades asistenciales en salud mental de un país en emergencia17.
El presente trabajo de investigación se centró en el objetivo de identificar los niveles de depresión, ansiedad y estrés en el personal de enfermería del Hospital Psiquiátrico, a 18 meses de la pandemia en Paraguay en el año 2021. A modo de contribuir con una mayor comprensión del fenómeno, en el contexto de una unidad psiquiátrica.
MATERIALES Y MÉTODOS
La investigación fue de enfoque cuantitativo, descriptivo de corte trasversal. La población estuvo representada por profesionales de enfermería cuya totalidad es 217. La muestra estuvo conformada por 79 profesionales que aceptaron participar, en el Hospital Psiquiátrico de Asunción, en el mes de noviembre del año 2021. El muestreo fue no probabilístico por conveniencia, la totalidad de la población fue invitada a participar, siendo incluidos aquellos que aceptaron formar parte del estudio. El instrumento consistió en un cuestionario difundido mediante un formulario electrónico, previo consentimiento informado de los participantes, el mismo constó de dos partes: una con las variables sociodemográficas y laborales y otra con la Escala de Depresión, Ansiedad y Estrés DASS-21.
En referencia a la Escala DASS-21, este es un inventario de auto-reporte consistente en 21 preguntas cerradas que tiene por finalidad medir los niveles de depresión, ansiedad y estrés, cada pregunta puntúa como 0 (cero) nunca, 1 (uno) a veces, 2 (dos) con frecuencia y 3 (tres) casi siempre, una vez obtenidos los resultados, este test los clasifica en 5 niveles (extremadamente severo, severo, moderado, leve, normal).
Los datos fueron registrados en una planilla electrónica en Excel®. El procesamiento estadístico se realizó en el Software SPSS® versión 21, mediante estadística descriptiva.
RESULTADOS
De las 79 personas encuestadas, la edad promedio fue de 40±8 años. El sexo fue 63% (n=50) femenino. El estado civil de la muestra fue: solteros/as 53% (n=42),casados/as 32% (n=26), unión libre 8% (n=6), divorciado/a 4% (n=3) y viudo 3% (n=2).
En relación con la función desempeñada en la institución, 78% (n=62) son de asistencia directa y 22% (n=17) son gerenciales. La antigüedad promedio en la institución fue de 14±8 años. La cantidad de vínculos laborales del personal fue 71% (n=56) un vínculo, 24% (n=19) dos vínculos y 5% (n=4) tres vínculos.
En cuanto a la afectación percibida por los participantes en su vida emocional de las medidas aplicadas para reducir el contagio (cuarentena y aislamientos) fue del 25% (n=20) mucho, 46% (n=36) regular, 24% (n=19) poco y al 5% (n=4) no le afectó. El 57% (n=45) han enfermado de COVID-19.
De la población estudiada 70% (n=55) no tuvo fallecidos por COVID en su entorno familiar; de las 24 personas que tuvieron fallecimientos, 16 perdieron un familiar, 5 dos familiares, 2 tres familiares y 1 cuatro.
En lo referido a los niveles de depresión, ansiedad y estrés obtenidos mediante la aplicación del Inventario DASS-21, se ha halló lo siguiente:
Los participantes han presentado niveles generales (algún grado de la condición de salud medida por el test) de depresión en el 53% (n=42), ansiedad en el 58% (n=46) y estrés en 49% (n=39).
Teniendo en cuenta los subniveles, en todas las categorías se han encontrado porcentajes elevados en los niveles extremadamente severo y severo (tabla 1).
A nivel general, la depresión se presentó en alguna forma en el 54% (n=27) de las mujeres y 52% (n=15) de los varones; la ansiedad en el 60% (n=30) de las mujeres y 55% (n=16) de los varones; y el estrés 52% (n=26) de las mujeres y 41% (n=12) de los varones.
Los subniveles, tanto en varones como en mujeres, en todas las condiciones de salud mental evaluadas, fue mayoritariamente de moderado hacia extremo severo (tabla 2).
En lo relacionado a la frecuencia de los cuadros emocionales según antigüedad laboral, tanto la depresión, como la ansiedad y el estrés se presentaron mayormente entre los 16 a 20 años de antigüedad laboral (tabla 3).
Así también, la presencia según función desempeñada se puede observar en la tabla 4.
DISCUSIÓN
La pandemia ha generado una crisis sanitaria sin precedentes en la historia reciente y es un factor que ha influido en la salud mental de la población en general, incrementando los problemas mentales, especialmente los relacionados con cuadros de ansiedad, depresión y estrés18,19.
Las investigaciones desarrolladas en los servicios de salud y los trabajadores que en ella se desempeñan, de antecedentes de epidemias pasadas y la del SARS-COV de 2003, han demostrado que los profesionales de la salud son más vulnerables a padecer dolencias emocionales debido a las condiciones de exposición por el tipo de trabajo que realizan20.
Algunas de las características de la población de estudio se consideran predictoras para el desarrollo de condiciones emocionales como la ansiedad y la depresión, desde el punto de vista epidemiológico, las mujeres son más propensas a padecer de estas condiciones, así también los solteros para la depresión, ambas características presentes en la muestra estudiada en forma mayoritaria21,22,23.
En relación con la antigüedad en el servicio, no se hallaron investigaciones relacionadas al tema con las cuales comparar esta variable, en este estudio el promedio fue de 14 años.
Los porcentajes obtenidos en este trabajo fueron para la ansiedad 58%, depresión 53% y estrés 49%. Esto se asemeja a otras investigaciones realizadas sobre el tema, aunque con valores más elevados en el contexto del Hospital Psiquiátrico; comparando con Ricci Cabello que, mediante un metaanálisis de 61 artículos disponibles en Medline, Embase y PsycINFO en 2020, relacionados con impacto psicológico en epidemias pasadas, encontró cifras elevadas de ansiedad (45%), depresión (38%) y estrés agudo (31%)11. Así también, una investigación llevada adelante por Lara y colaboradores, en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente-INERAM de Paraguay, identificó niveles de ansiedad de 42,3%, depresión 32,8% y síndrome de burnout 24,1%, lo que demuestra la tendencia al alza de los trastornos emocionales14.
Entre las principales limitaciones del estudio, se encuentran el tipo de muestreo no probabilístico, que impide realizar generalizaciones a la población, sumada a la escasa aceptación para la participación en el estudio por parte de los profesionales de salud invitados. Si bien, los datos fueron recolectados a 18 meses del inicio de la pandemia, estos no pueden ser analizados en relación causa efecto debido al nivel de la investigación.
Las fortalezas de este trabajo se sustentan en que permiten valorar la dimensión emocional de los profesionales en el contexto de un servicio crítico de salud mental, y que el instrumento utilizado se encuentra validado.
CONCLUSIÓN
De acuerdo con los datos analizados mediante la investigación, la frecuencia de la depresión, ansiedad y estrés en la muestra estudiada es elevada, lo que se asemeja a los resultados de otras investigaciones relacionadas al tema, requiriéndose de la toma de medidas tendientes a influir en esta problemática para salvaguardar la salud mental de los profesionales de enfermería.