INTRODUCCIÓN
Las enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT) se han incrementado significativamente en los últimos años destacando con mayor prevalencia la obesidad en grupos vulnerables, hablamos de los escolares y adolescentes1. Las cifras de la última Encuesta Nacional de Salud de Chile del año 2009-2010 (ENS 2009-2010) revelaron que el 39% de los menores de 15 años tienen malnutrición por exceso y que 300 mil personas padecen obesidad mórbida, además, ocupa el sexto lugar de obesidad infantil entre países de la OCDE2,3.
Por su parte, en Chile se ha evidenciado que durante la última década el porcentaje de adecuación del consumo de frutas es de tan sólo 33% en escolares de ambos sexos, en relación a las verduras se encontró un porcentaje de adecuación ligeramente mayor pero insuficiente, siendo de 40% (niños) y 48% (niñas)4. Por otro lado, en un estudio sobre consumo de frutas y verduras en distintos grupos etarios en Chile se encontró que el porcentaje de adecuación en menores de 18 años, fue de 50% para verduras y 43% de frutas, sin distinción de sexo5. Aunado al bajo consumo de frutas y verduras (alimentos protectores) se ha evidenciado un incremento sostenido del consumo altamente energético y de bajo aporte de micronutrientes. Según cifras publicadas por la Cámara Nacional de Comercio (2015), revela que el 41% de los chilenos mayores de 15 años consume comida rápida al menos una vez a la semana6.
Contrarrestar la obesidad infantil es particularmente importante por dos razones; por un lado, ésta produce enfermedades concomitantes y tiende a perpetuarse en el tiempo y, por otro, en la edad infantil se instalan hábitos y estilos de vida que son más difíciles de modificar en la edad adulta. Por lo anterior, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), han destacado la educación nutricional como una estrategia ideal para la adopción voluntaria de conductas saludables relacionadas con la ingesta alimentaria y otras actividades conducentes de salud y bienestar7.
Los modelos de enseñanza que aporta la educación y considerando las herramientas que nos brinda la tecnología para diversificar la labor pedagógica se asumen procesos de enseñanza-aprendizaje mediados por las Tecnologías en la Información y Comunicación (TIC´s), que aportan los elementos multimedia y de accesibilidad paran facilitar procesos de formación a gran escala y atendiendo poblaciones con características específicas.
Es por tales razones que el propósito de esta investigación fue realizar una intervención educacional nutricional utilizando herramientas colaborativas en escolares y adolescentes. El objetivo de este estudio es medir impacto de un programa de educación nutricional sobre la ingesta dietética, antropometría y conocimiento nutricional en escolares y adolescentes en la comuna de Santiago Centro de la Región Metropolitana de Chile.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño de estudio: El estudio es longitudinal, prospectivo y de trabajo en terreno.
Población y Muestra: La muestra estuvo constituida por 126 participantes (escolares (n=55) y adolescentes (n=71)), en el caso de los escolares los participantes fueron de ambos sexos mientras que los adolescentes fueron sólo de sexo femenino, aparentemente sanos, de dos colegios de la comuna de Santiago Centro de la Región Metropolitana. El tipo de muestreo fue por conveniencia.Todos los padres o tutores de los participantes confirmaron su participación para el estudio por medio de consentimiento escrito, asimismo, se consultó a todos los voluntarios su asentimiento. Todos los procedimientos efectuados se cumplieron con las normas de la Segunda Declaración de Helsinki y la CIOMS para la investigación con seres humanos8.
Procedimiento de investigación: El estudio estuvo divido en tres (3) fases o etapas. En la fase inicial o de diagnóstico, se determinó la línea base para realizar la posterior evaluación, para ello se realizó a) diagnóstico alimentario y nutricional del sujeto de estudio y, b) diagnóstico educativo: permitió saber el nivel de conocimiento nutricional de los sujetos de estudio y preparar estrategias ajustadas al grupo. La segunda fase o fase de ejecución/intervención; se dividió en dos (2) sub-fases; a) sub-fase pre-intervención: en esta fase se diseñó, según la información aportada por los sujetos de estudio, los medios o ambientes de formación; a saber; redes sociales, dinámicas pedagógicas, contenidos y mensajes nutricionales, entre otros. En la segunda sub-fase; b) sub-fase de intervención: se puso en marcha la intervención mediante talleres y sesiones educativas, así como la interacción por medio de herramientas colaborativas. En la tercera fase o fase de evaluación, se midió los resultados aplicando métodos de evaluación iguales a los de la fase inicial.
Programa de educación nutricional: El programa de educación nutricional fue elaborado a partir de dos fuentes; una fuente primaria y otra secundaria. La primera se realizó a través de pruebas pilotos sobre conocimiento en materia nutricional. La fuente secundaria fue a través de la revisión de los programas del Ministerio de Educación (www.mineduc.cl) sobre lo que alumnos de ese nivel deben saber en las clases habituales de los alumnos, complementándolas con los programas actuales gubernamentales, tales como: "Elige vivir Sano", "Programa 5 al día" y "Guías Alimentarias", todas del Ministerio de Salud de Chile (www.minsal.cl).
Una vez identificados los temas "problemas", se diseñaron y ejecutaron sesiones educativas durante el año escolar (marzo-diciembre), teniendo como duración promedio de 20-30 minutos, adicionalmente, al final de cada sesión se realizó actividades interactivas que estaba adaptado al tema abordado. Los principales temas abarcados fueron: "alimentación saludable", "consumo de frutas y verduras", "hidratación", "colaciones saludables", "complicaciones de una mala alimentación y obesidad", "beneficios de la actividad física", "comida chatarra", "desayuno saludable y sus beneficios" y "etiquetado nutricional".
Se elaboró un material didáctico, original y motivador, enfocado en cada nivel de aprendizaje (7mo básico, 1ero y 2do medio), mediante la confección de dados de material blando, ruleta indicadora de preguntas, alimentos plastificados, panel de colaciones consumidas por los alumnos con su respectiva cantidad de azúcar, sal y grasas. Mediante el uso de diapositivas se explicó de manera gráfica las sesiones educativas, se utilizaron redes sociales como herramientas colaborativas de aprendizaje. Al final de cada sesión se recompensó a cada estudiante mediante entrega de folletos coloridos y frutas de la estación.
Evaluación antropométrica: Las mediciones antropométricas realizadas fueron: peso (Tanita(r) TBF 300A), talla (SECA(r), modelo 217), medición de pliegue tricipital (caliper calibrado), medición de circunferencia de cintura y circunferencia braquial (mediante utilización de cinta métrica inextensible), porcentaje de masa grasa (Tanita(r) TBF 300A). Con el peso y la talla se determinó el índice de Quetelet. Para todas las variables se utilizaron los valores de referencia mencionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Todas las mediciones se realizaron según los procedimientos normalizados.
Evaluación dietética: La evaluación de ingesta alimentaria fue llevada a cabo mediante una encuesta de recordatorio de 24 horas, donde se calculó la energía y macronutrientes de la ingesta de cada participante. Fue aplicada en la primera y tercera etapa del proyecto, con la finalidad de evidenciar algún cambio en la ingesta alimentaria de los escolares y adolescentes. En escolares la aplicación de la encuesta fue mixta, es decir; para un mismo día se consultó tanto al voluntario como a su representante.
Diagnóstico de conocimiento nutricional: Para la evaluación de los conocimientos nutricionales de los escolares se elaboró un instrumento de medición, éste se construyó en base a las pruebas pilotos y los programas del Ministerio de Educación de Chile, se tomó en cuenta la capacidad de pensamiento abstracto según nivel escolar y edad, considerando las indicaciones dadas por grupo de expertos consultados para su elaboración, análisis y validación y finalmente, se realizó una prueba piloto a un grupo reducido de escolares y adolescentes para precisar nivel de entendimiento de las interrogantes.
Análisis estadístico: Los resultados fueron analizados mediante estadística descriptiva, reportando los valores como el promedio ± la desviación estándar para cada variable y grupo en estudio. Se verificó la distribución normal de los resultados con la prueba de Shapiro-Wilks. Con la finalidad de determinar las posibles variaciones según sexo y tiempo de intervención se empleó la prueba t-student. La significancia estadística se estableció a un intervalo de confianza del 95% (p<0,05). Todos estos análisis fueron ejecutados con el programa SPSS (Statistical Package for the Social Sciences), versión 19.0 bajo el ambiente de Windows (SPSS, 2009).
RESULTADOS
Ingresaron al estudio 126 participantes (escolares (n=55) y adolescentes (n=71). En el grupo de los escolares 43.6% (n=24) son del sexo masculino y 56.4% femenino. Todos los adolescentes fueron de sexo femenino. El promedio de edad fue de 10,6 años (escolares) y 15,6 años (adolescentes).
En la tabla 1, se observa la ingesta dietética y las variables antropométricas en escolares del sexo masculino según etapa de intervención. Entre los principales hallazgos que se pueden apreciar que hubo una disminución del consumo de lípidos y proteínas, no obstante, tras la intervención no se evidenció cambios significativos en ninguna variable en comparación con la fase de pre-intervención. Lo mismo se observa en el caso de las escolares de sexo femenino, no obstante, en éste último grupo se observó tanto una disminución del consumo de lípidos (p=0.01) y del pliegue Tricipital (p=0.03) (Tabla 2). El promedio de edad fue de 10,6 años (escolares) y 15,6 años (adolescentes).
En la tabla 3, se detalla los cambios de ingesta dietética y variables antropométricas en los adolescentes participantes. Se observa que al igual que las escolares de sexo femenino, se encuentra una disminución significativamente estadística en el consumo de lípidos (p=0.03) y pliegue tricipital (p=0.04). No se encontró otros cambios estadísticamente significativos tras la intervención.
En la tabla 4, se muestra los porcentajes de ingesta del consumo de frutas y verduras en los sujetos de estudio, diferenciados por grupo etario y tiempo de intervención. Al evaluar el consumo de frutas y verduras al día, se demostró que en la fase de pre-intervención sólo el 36% en escolares cumplen con la recomendación y un 63,3% no cumple con la recomendación, en adolescentes un 42,2% cumple con la recomendación y un 57,7% no cumple con la recomendación. En ambos grupos mejoró el porcentaje de adecuación de frutas y verduras, encontrándose mayor cambios en el grupo de los escolares.
En la tabla 5, se muestra el porcentaje de adecuación de la ingesta de energía y macronutrientes en los sujetos de estudio. Podemos notar que en la mayoría de los casos, la evaluación indicó consumo inadecuado de la energía y los macronutrientes en ambos grupos, asimismo, el consumo inadecuado se mantuvo tras la intervención. En el caso de los escolares se encontró que el consumo adecuado de carbohidratos y lípidos aumentó tras la intervención (de 16,5% a 21,3% y de 14,5% a 28,5%, respectivamente). En el caso de las adolescentes, aumentó el consumo adecuado de energía (12,8% a 41,4%), lípidos (22,6% a 38,1%) y en menor medida las proteínas (de 5,7% a 92,8%).
*Datos expresados en porcentaje de adecuación.
ˆDatos en base a la Recomendación de requerimientos 10 a 18 años FAO/OMS 2004.
En la tabla 6, se observa el estado nutricional de los participantes del estudio y su variación porcentual tras la realización de la intervención nutricional. En ambos grupos disminuyó el porcentaje de obesidad, no obstante, en el caso de los escolares aumentó el porcentaje de sujetos con sobrepeso (18,2% a 21,8%).
En la tabla 7 se muestran las variaciones de variables antropométricas y de actividad física en los sujetos de estudios. Al evaluar el tiempo de pre-intervención y post-intervención es posible observar que no existen diferencias significativas entre ambos tiempos en ningún grupo de estudio. No obstante, en ambos grupos se evidenció un aumento del tiempo de minutos dedicados para la actividad física, siendo más predominante este cambio en el grupo de las adolescentes.
Se analizó el compartimento graso (según pliegue tricipital), está aumentando en un 32,7% en escolares y en un 17,15% en adolescentes, por su parte, el 30,6% y el 25,9% de los escolares y adolescentes tienen de moderado a elevado riesgo cardiovascular según circunferencia de cintura.
En la tabla 8, se observan los cambios de conocimiento en nutrición según grupo etario y tiempo de intervención. Los estudiantes de básica y media tenían un porcentaje de respuestas correctas de 57%, tras la intervención de educación nutricional el grupo de los escolares fueron los únicos que incrementaron de manera significativa (89 %, p<0.01).
DISCUSIÓN
No se puede refutar la importancia que tiene mejorar el conocimiento en el área de nutrición y alimentación, ya que éste tiende a condicionar el comportamiento dietético y por consiguiente el estado nutricional de los sujetos, provocando efectos deseables a largo plazo en la salud. Las modificaciones de conductas obesogénicas son particularmente relevantes en grupos etarios vulnerables como los escolares y adolescentes, puesto que se sabe que el riesgo relativo de ser obeso en adultez se incrementa con la edad1.
En nuestro estudio la prevalencia de malnutrición por exceso en escolares alcanza un 32,2%. Nuestros hallazgos muestran porcentajes menores que los reportados por la encuesta nacional de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (2013), cuyos resultados indicaron una prevalencia sobrepeso y obesidad del 40% para este grupo etario9. Por su parte el Ministerio de Salud (MINSAL) indica que se ha incrementado la prevalencia de obesidad y sobrepeso en menores de 15 y de 6 años. Para el 2013, ya se reportaba que los menores de 6 años, tenían un porcentaje de 33,8% de malnutrición por exceso. Por su parte, Kovalsky y cols (2013), en su estudio en Buenos Aires, muestran prevalencias de sobrepeso y obesidad similares a nuestro estudio, en general encontraron una prevalencia de malnutrición por exceso de 35,6%10.
En el mismo estudio presentado por Kovalsky y cols (2013), donde estudiaron a 1.673 escolares muestra lo siguientes resultados para peso (niños 39,1±9, 5 kg niñas 39,3±9,6 kg), talla (niños 143,5±7,0 cm y niñas 142,6±6,8 cm) e IMC (niños 18,83±3,5 y niñas 19,18±3,6), todas las variables medidas por el estudio se encuentran valores a lo hallado en los escolares en nuestro estudio10. No obstante, otros estudios reportan valores similares a esta investigación, Suarez y cols. (2003) y Velásquez y cols. (2009), en escolares costarricenses y españoles muestra un peso promedio de 52,55±16,04 kg y 56±16,5 kg, respectivamente11,12). Por su parte, la talla promedio en nuestro estudio fue de 153,75±7,42, valores similares a los reportados por Corredera y cols. (2009), dónde el valor promedio de talla en escolares es de 153,5 cm, sin embargo, nuestros resultados son ligeramente más bajos que los mostrado por Gómez y cols. (2012), en niños brasileños dónde la talla promedio fue de 169,7 cm13,14.
Por otro lado, los valores encontrados del IMC en escolares fueron de 21,63±3,70kg/mt2, los cuales son menores a los reportados por Velásquez y cols. (2009), de 26,5±3,7 kg/mt2, pero mayores a los hallazgo de Fariñas-Rodríguez y cols. (2012) en su estudio con niños cubanos y españoles cuyos resultados fueron; 17,5±2,97 y 19,0±3.36 kg/mt2, respectivamente15.
Respecto al consumo dietético se observó que cerca del 60% de la muestra (escolares 63,3% y adolescentes 57,7%) tenía un consumo inadecuado de frutas y verduras. Similares hallazgos son reportados por Araneda y cols. (2015) dónde reporta que 52% de los escolares adolescentes no cumple con la recomendación de consumo de frutas y verduras16. Por otro lado, según nuestros resultados la ingesta de frutas y verduras, se muestra que el consumo de los sujetos de estudios tuvo un aumento entre la pre-intervención y la post-intervención donde los resultados fueron 36%; 42,2% y 62,5; 59,5% respectivamente, evidenciándose un gran incremento y demostrándose que la intervención en este aspecto fue exitosa. J. Luz de Santiago (2012) realizó un programa intervención educacional nutricional en 150 niños escolares y adolescentes y también dio como resultados el aumento de la ingesta de frutas y verduras, donde la media fue de un 52,2% entre frutas y verduras17. Por su parte, Pomerleua (2004), muestra resultados exitosos tras una intervención educacional evidenciando un incremento de un 47% del consumo de frutas y verduras18.
Tras la intervención de educación nutricional en los escolares no se encontraron variaciones en las medidas antropométricas, salvo en el pliegue tricipital de las escolares femeninas (p<0,01). Este cambio puede verse influido por dos aspectos importantes; a) también se demuestra en este grupo etario un incremento en conocimiento alimentario nutricional, y b) una disminución significativa en el consumo de lípidos (p<00.1). Sin embargo, hay resultados contradictorios puesto que no hubo variación del porcentaje de sujetos normales, por el contrario disminuyó ligeramente.
Al igual que en los escolares sólo se obtuvo variación en las valores de pliegue cutáneo tricipital, siendo en el segundo tiempo más bajo que en la fase de pre-intervención (p<0,04). Velázquez-López y cols (2009), en su estudio con niños obesos mexicanos tras una intervención de educación nutricional por cuatro meses también observó una disminución significativa de los pliegues cutáneos (p=0,048)12.
Cabe destacar que a pesar de que hubo una variación ligera de conocimiento en el caso de los adolescentes (p=0,11) versus los escolares dónde si fue significativo el cambio (p=0,01), se registró un aumento de la actividad física por parte de los adolescentes que aumentó de 6,96±17,36 a 15,23±29,19, a pesar de no ser estadísticamente significativo este aumento (p=0,10) es probable que haya tenido un impacto biológico. Según Dunn y cols (2006), en su estudio con adolescentes norteamericanos también evidencia un aumento de la práctica de actividad física tras siete semanas de intervención educativa19.
Las principales variables modificadas en esta investigación fueron: en el caso de los escolares, aumento del conocimiento nutricional y disminución del pliegue tricipital, mientras que en los adolescentes disminución del pliegue tricipital, disminución de la prevalencia de obesidad e incremento de actividad física. En ambos grupos se encontró incremento el porcentaje de participantes con un adecuado consumo de lípidos. Las variables anteriores se relacionan con la masa almacenada en el compartimento graso, y este a su vez, se asocia con un menor riesgo de desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles y endocrino-metabólicas.
A pesar de que la metodología que utilizamos para la implementación del programa de educación nutricional fue la adecuada, dado las pocas variaciones creemos que es necesario aumentar el número de actores que participan e involucrar una serie de disciplinas que hagan de la intervención una práctica multidisciplinaria. Una limitación importante y que es necesario mencionar es la nula posibilidad que tuvo el equipo investigador para categorizar a los escolares y adolescentes según el estadio de Tanner, el cual incide directamente con el estado nutricional.